Por: Leonardo Rossi (De nuestra redacción)
Los recientes aumentos en las tarifas de gas, luz y agua impactaron de forma directa en el sector productivo y de servicios de la zona. Reducción de actividad, merma del empleo y falta de perspectiva son los resultados de este cuadro. Representantes de ladrilleras caroyenses reclamaron medidas al Ministerio de Industria de la Provincia frente a subas de “entre 300 y 400 por ciento” en la boleta de gas, en medio de un contexto de caída pronunciada del consumo. “Hay una situación general por la que no habíamos pasado antes”, comparte Maximiliano Nanini, dueño de una ladrillera. Las piletas de natación es otro rubro visiblemente afectado por las medidas del gobierno nacional.
Paliativos
Desde el municipio caroyense se entregó una nota dirigida al ministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren, explicando la difícil situación de esta industria local. En la misma tónica se reunieron con representantes del Ministerio de Industria provincial. “Hay un aumento de 300 por ciento promedio en gas y 200 por ciento en electricidad y realmente se torna muy difícil”, señaló Martín Piazzoni, director de Desarrollo Productivo municipal. El funcionario acompañó el reclamo de las fábricas Roggio, Nanini y Fantini en torno a esta problemática.
Familias en vilo
Maximiliano Nanini sostuvo que “de 30 mil pesos se pasó a pagar 150 mil en gas”, insumo para el que no tienen sustituto. El propietario de la empresa detalla el difícil momento del sector: “La caída en las ventas vienen desde fin de año, y uno esperaba un repunte para marzo, y ya estamos en julio y nada. Algo así nunca. No sabemos cuándo va a llegar la mejora. Por lo que uno ve el sector que consume nuestra producción, que son los particulares, recién año que viene tal vez puedan volver a activar al sector”.
En el caso de esta fábrica ya se solicitó ante la Provincia la aprobación de un procedimiento de crisis para reducir de ocho a cuatro horas la jornada laboral por noventa días. “Es muy difícil sostener los puestos de trabajo si esto sigue así, y acá entre las tres fábricas hay unas 150 personas vinculadas de forma directa”, indicó.
Todas en contra

Colazo relató que tiene este negocio desde hace 25 años, y “nunca pensó en la posibilidad de cerrar en la temporada de invierno, pero esta vez está difícil”. Por lo pronto redujeron de dos a una las piletas donde brindan servicio, lo que “implica una probable caída de trabajo”.
“La pileta no es un bien de primera necesidad, salvo excepciones en que hay tratamiento de salud, por eso bajó cuarenta por ciento la gente que viene, entre mayo y junio”, agregó como para completar el cuadro.
Colazo resumió: “Esto es una cadena de problemas. Yo conozco bien mi rubro, no estoy aprendiendo sobre la marcha -como dijo Aranguren-, pero tengo que ir aprendiendo sobre las decisiones que están tomando otros”.
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