Aunque hacía seis ediciones que Gustavo Guichón ya no payaba en las noches del color y del coraje, la asociación entre el payador de Florida (Uruguay) y el Festival de Doma era inmediata. Casi como que decir Guichón y decir Jesús María era lo mismo.
Es que el “payador oriental” estuvo presente en 34 de las 51 ediciones que tuvo la fiesta y había sobrevivido a muchos que pasaron por ella y que partieron a la pradera eterna mucho antes como Félix Gigena Luque o Luis Oscar Aísa, por mencionar a dos que dejaron su huella.
Pero esta semana, un tour por el cielo le estaba reservado y falleció tras un paro cardiorespiratorio, el pasado martes alrededor de las 8, mientras descansaba en casa de unos amigos salteños.
“El arte del payador / Es el arte primigenio / Mezcla de astucia e ingenio / Y de sentires profundos / Porque tiene como el mundo / Centenares de milenios”, solía repetir en diferentes entrevistas en las que asociaba la labor del payador con la del periodista. Le gustaba esa idea de sentirse hermanado con los trabajadores de la prensa.
Le gustaba decir que era uruguayo de nacimiento, pero argentino por adopción. “Latinoamericano y pasajero del mundo”, decía. Guichón se había iniciado en el oficio a los 15 años y contaba que entre sus maestros estuvieron Luis Alberto Martínez, Carlos Molina, Cayetano Daglio, y Alfredo Santos Bustamante.
Respecto de Jesús María aseguraba que había perdido la cuenta de la cantidad de décimas y cuartetas que había improvisado a lo largo de más de 30 años.
En 2004 y a pedido, soltó unas rimas cuando finalizaba la edición: Un cencerro de tropillas/ va buscando cada pago/ y un amasijo de halago/ se hizo canto en la gramilla./ Cada gaucho desensilla/ el que ganó, el que perdió/ desde la primer partida/ sigue la estrella encendida/ cual argolla del rebenque/ se queda triste el palenque/ son las cosas de la vida./ En forma gaucha y resuelta/ desde estos pagos paisanos/ queda un apretón de manos/ y en él un hasta la vuelta./ Y con la mirada esbelta/ que nos encontró diez días/ con canto, guitarra y huella/ ayer se apagó la estrella/ que alumbró a Jesús María./

El de los versos improvisados ya había protagonizado otros encontronazos con la comisión directiva por cuestiones publicitarias. Todos recordarán que se hacía esponsorear la boina y la guitarra, pero no participaba de esos negocios al Festival.
La despedida del Festival, tras conocerse la noticia de la muerte, fue distante y fría, con unas pocas líneas a través de las redes sociales y dirigidas a ofrecer condolencias a los familiares. La historia dirá, algún día, quién fue Gustavo Guichón para esta fiesta campera.
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