Un grupo de 42 jóvenes de Jesús María está en la Jornada Mundial de la Juventud en Polonia. El padre Román Balossino, a cargo del contingente, contó la experiencia al diario Día a Día.
Por: Magalí Gaido
Previo a la JMJ 2016, por un lado estuvo la preparación espiritual, y por el otro la cuestión económica. Durante todo este tiempo vendieron pastelitos, empanadas, montaron un hostel en el seminario durante la época del festival de doma y realizaron diferentes eventos para recaudar los fondos para el soñado viaje. Fue mucho el esfuerzo, pero el resultado hizo que valga la pena.
En comunicación con Día a Día, el padre Román contó que la mitad del grupo que está hoy en Polonia también participó de la JMJ de Río de Janeiro en 2013. “Que hoy estén aquí te indica la huella que aquella experiencia dejó en sus vidas, que los motiva a continuar en este camino. Son días muy intensos los que vivimos, donde nos encontramos con muchísima gente completamente diferente a nosotros que vive, siente y cree lo mismo. Nos une lo mismo. Eso es muy fuerte, muy motivador. A los chicos les da un empujón muy grande en la Fe, en el servicio, en la práctica religiosa”, afirmó.

Comparando la experiencia con lo vivido en Río de Janeiro en 2013, Balossino reconoció que en lo emocional es bastante similar. “Los actos masivos, la alegría de la gente, los cantos, lo espiritual es muy parecido. La diferencia quizá está en la organización. En Río había deficiencia en los baños, eso acá no pasa. Al contrario, en Brasil no tuvimos problemas para comunicarnos y acá sí, acá falla la información pero sobre todo por el tema del idioma. Aquí el choque cultural es muy fuerte, es una cultura muy diferente a la nuestra”, contó el sacerdote.
Por fuera de las actividades de la JMJ, el contingente cordobés aprovechó para recorrer el santuario del papa Juan Pablo II, oriundo de las tierras que están visitando, y también el santuario de la Divina Misericordia.
Respecto a las actividades que realizan en Cracovia, al momento de hablar con este diario aún no habían tenido ninguno de los cuatro grandes eventos que van a compartir con el Papa Francisco (la bienvenida, el vía crucis, la vigilia y la misa final). Por ende, aún no han recibido los mensajes que ansían escuchar del Sumo Pontífice. La expectativa aumenta con el correr de los minutos y anhelan cada vez más recibir las enseñanzas que, sostienen, marcarán su viaje y su vidas.
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