Si miramos el contexto, lo auspicioso es que la Fiesta de las Comidas Típicas Caroyenses vuelve a realizarse, después de que se suspendiera el año pasado por la crisis económica del municipio.
Si atendemos a la historia de la fiesta, que se haga un sábado por la noche y un domingo al mediodía responde a que la gente históricamente prefirió esos días para concurrir masivamente.
Si pensamos en las quejas frecuentes, que no se cobre entrada, que haya una caja centralizada para formular los pedidos, y que el mayor gasto sea en la gastronomía típica representa un acierto a todas luces.
Y (pensado con alma de gordo) que uno pueda seleccionar del menú una polenta blanca con codeguín, achicoria con pancenta, rognosa (salame frito en huevo), frico (tres tipos de quesos cocidos como tortilla con cebolla y un poco de papa), bagna cauda, y las indiscutibles pastas caseras y los chacinados del recetario caroyense es una fiesta para las papilas gustativas. De sólo pensar en ellas ¿a quién no se le hace agua la boca?
Nacida en 1989 y pensada para el público foráneo, la Fiesta de las Comidas Típicas Caroyenses se incorporó al calendario festivo para las vacaciones de invierno. Algunas veces se hizo en carpa, otras en clubes, a veces se corrió a agosto, se volvió a julio, se hizo durante dos fines de semana seguidos, se acortó a un fin de semana, fue privada, pública/privada, pública.

Esta semana, en una vieja y típica chacra de la zona este de la ciudad, el municipio fue anfitrión de una degustación para la prensa en la que se adelantaron aspectos de la organización de esta edición, la del aniversario de plata.
La secretaria de Gobierno, Paola Nanini, señaló sobre la reanudación de esta tradición: “Proponemos un sistema parecido al de los patios de comida de los comedores de los shoppings. Nuestros cálculos nos dicen que entre la picada, un buen vino, y un plato de comida típica debiera salirle a un comensal alrededor de 200 pesos”.

Nanini explicó que este formato exprés se adoptó para no correr riesgos y evitar eventuales pérdidas, aceitando todos los números, y reforzando la colaboración con grupos culturales de la ciudad.
“La verdad es que la colaboración la tuvimos de parte de los que vienen trabajando hace años y el riesgo lo asumimos entre todos”, completó Nanini.
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