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Ariel y Matías Fazi cumplieron su sueño: desfilar en el bicentenario en Tucumán

Después de 18 días de cabalgata y casi 600 kilómetros recorridos, Matías (24) y Ariel (45) Fazi llegaron a Tucumán, después de atravesar la crudeza del clima y hasta un robo de dos caballos que pudieron recuperarse.

El 3 de julio, cuando quedaba nada para terminar la durísima travesía que se impusieron padre e hijo, Matías y Ariel Fazi, para estar en los festejos del bicentenario de la independencia, una noticia les emsombrecía el sueño: delincuentes se había apropiado de La Argentina y de El Recuerdo, los dos caballos de Ariel.
Estaban en Taco Ralo, hacía frío, había lloviznado, y en la desesperación Ariel sacó su credencial de hombre campero y salió a perseguir las huellas de los animales que estaban bien escritas en el barro. Tuvieron que meterse en unos campos, siguiendo las pistas de los alambres cortados por los malhechores. Finalmente, en un montecito aparecieron los animales y Ariel se quebró. Quería dar la cabalgata por terminada y pegarse la vuelta.
“Ahí, tuve que ser yo el fuerte, como tantas veces lo fue él conmigo, y darle ánimo, ponerme firme, y decirle que no nos podíamos dar por vencidos, que nadie nos iba a amargar nuestro sueño”, contó desde Tucumán Matías sobre el difícil parate que tuvieron camino a San Miguel de Tucumán.
Por eso, cuando el 7 de julio ya estaban cabalgando los últimos kilómetros la emoción no cabía en sus pechos. Es que Matías, con sólo 24 años, ya carga con dos bicentenarios de la patria encima y éste tenía un sabor particular porque lo hacía con el padre y venía planeándolo hace tres años.
Y lo hizo un poco por él y un poco por su mujer Estefanía y un poco por su pequeño hijo Amadeo.
“Fue una experiencia inolvidable para mí que tengo apenas 24 años. Lo hice también pensando en mi hijo para que el día de mañana sepa de qué se trata nuestra tradición. Esta cabalgata fue especial porque la compartí con mi padre. Ojalá que la próxima la pueda compartir con mi hijo”, señaló Matías.
“Cuando pasás mucho frío y estás todo mojado -añadió el joven- se te cruza por la cabeza la posibilidad de volver a tu casa para estar calentito, en familia, abrazado a tu hijo, pero también se te cruza por la cabeza la pregunta de cómo habrán hecho la gente de antes, los próceres, qué hacían los días de lluvia en un territorio donde casi no había caminos”.
Matías y Ariel sortearon todos los contratiempos, en defensa de las tradiciones y de nuestra cultura, la de los hombres de a caballo. ¡Bravo!
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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