El 3 de julio, cuando quedaba nada para terminar la durísima travesía que se impusieron padre e hijo, Matías y Ariel Fazi, para estar en los festejos del bicentenario de la independencia, una noticia les emsombrecía el sueño: delincuentes se había apropiado de La Argentina y de El Recuerdo, los dos caballos de Ariel.
Estaban en Taco Ralo, hacía frío, había lloviznado, y en la desesperación Ariel sacó su credencial de hombre campero y salió a perseguir las huellas de los animales que estaban bien escritas en el barro. Tuvieron que meterse en unos campos, siguiendo las pistas de los alambres cortados por los malhechores. Finalmente, en un montecito aparecieron los animales y Ariel se quebró. Quería dar la cabalgata por terminada y pegarse la vuelta.

Por eso, cuando el 7 de julio ya estaban cabalgando los últimos kilómetros la emoción no cabía en sus pechos. Es que Matías, con sólo 24 años, ya carga con dos bicentenarios de la patria encima y éste tenía un sabor particular porque lo hacía con el padre y venía planeándolo hace tres años.
Y lo hizo un poco por él y un poco por su mujer Estefanía y un poco por su pequeño hijo Amadeo.
“Fue una experiencia inolvidable para mí que tengo apenas 24 años. Lo hice también pensando en mi hijo para que el día de mañana sepa de qué se trata nuestra tradición. Esta cabalgata fue especial porque la compartí con mi padre. Ojalá que la próxima la pueda compartir con mi hijo”, señaló Matías.

Matías y Ariel sortearon todos los contratiempos, en defensa de las tradiciones y de nuestra cultura, la de los hombres de a caballo. ¡Bravo!
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