Por:
Luis Pastawski (Ambientalista, firmante del Amparo Ambiental Colectivo)
En mi infancia conviví con alerces, lengas, arrayanes, cañas colihue, lagos y arroyos en el “Parque Nacional Los Alerces”, provincia de Chubut. Probablemente, por lo disfrutado en esos años tan bellos y en particular por la sabiduría de mis padres, mi perfil en la vida siempre estuvo asociado a la importancia suministrada a la calidad y protección del ambiente. Este Semanario, fue un lugar en el que continuamente pude expresar esas reflexiones, algunas polémicas, sin ningún tipo de censura. Los acontecimientos recientes hacen que nuevamente esté presente.
En la Audiencia Pública convocada por la Secretaría de Ambiente de la Provincia, referida a la construcción de un dique en la cuenca del Carapé y el Estudio de Impacto Ambiental del mismo, se suscitaron posiciones encontradas con respecto a los estudios existentes, su localización y conveniencia. Dos visiones se observaron bien diferenciadas: quienes ponían en duda el Informe elaborado por especialistas de la Universidad Nacional de Córdoba y la ejecución de éste tipo de trabajos y quienes lo priorizaban teniendo en cuenta el efecto favorable inmediato y la posibilidad de contar a posterior con reservorios de agua, otro argumento significativo y no menor.

En mi caso y de muchos de los que presentamos un Recurso De Amparo Ambiental en marzo de 2015, ante la Justicia Provincial, valorando el fuerte riesgo ecológico en que estaba la zona teniendo en cuenta lo acontecido y lo que todavía podía llegar a pasar, consideramos sustancial la necesidad de priorizar que “el todo es superior a las partes”. En un informe de la Provincia, por intermedio de sus funcionarios, luego de que la Justicia admitiera nuestro pedido, en audiencias de conciliación, en las que acudimos junto al amigo Gerardo Guirado y nuestro abogado patrocinante Álvaro Vucovich, se manifestó que la mitigación de posibles perjuicios en el futuro, se lograría mediante: 1) cuatro diques en la cuenca alta, dos en la del río Ascochinga y dos en la del río Santa Catalina; 2) la realización de microembalses en la cuenca media; 3) la protección de las riberas en zonas urbanas mediante engavionados o alternativas equivalentes; 4) la implementación de un sistema de alertas tempranas; 5) la reforestación; 6) el control sobre el manejo del suelo tanto en zonas agrícola-ganaderas como urbanas; 7) La integración de todos estos aspectos y planificación de las obras en plazos razonables, pero expeditivos. Un “todo” que sería lo que imposibilitase nuevas tragedias personales y sociales. Siendo el objetivo superior la defensa de la vida y del ecosistema. Palpablemente hoy “la realidad es superior a las ideas”, no deseamos más dolor: una familia que tiene que auto evacuarse saltando con sus niños la pared del patio porque el frente de su casa ya estaba comprometido por el agua arrasadora; un puente Centenario que se derrumba ante la agresión del oleaje y al caer se lleva consigo la vida de un trabajador; una joven de campamento que la furia de la creciente arrastra eternamente. ¡Los habitantes de la zona pretendemos que no se repitan estos sufrimientos! ¡El escenario del agua imparable es superior a los dogmas! Ese contexto necesita urgentes soluciones y no discusiones bizantinas. Ese fue el único objetivo del Amparo Ambiental, la preservación de vidas, bienes y naturaleza. El dique cuestionado sólo afectaría a un porcentaje del uno por ciento de las más de tres mil hectáreas de la Reserva de Ascochinga. Claro que se provocaría un Impacto Ambiental, en este caso reversible, como con toda acción forjada por las manos del hombre, pero sustancialmente menor al que se causará en un futuro, más cercano que lejano, si las obras no se realizan. Cómo ejemplo: ¡en un parque situado al oeste de Jesús María se perdieron en pocas horas, con el último desbordamiento del río, más hectáreas que las necesarias para los trabajos proyectados! ¡El cambio climático es una realidad científica demostrada! Los especialistas que testimoniaron en la causa Ambiental sostienen que al agua río arriba sólo se la frena, en las condiciones actuales, con estos diques; en la zona media microembalses, administración responsable y solidaria del suelo; en zonas urbanas protecciones de márgenes. Parte de las tareas ya se han comenzado. Hay que encauzar y terminar, en condiciones técnicas correctas, las acciones que restan para frenar el embate de las aguas. “La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir, no las perdamos”. ¡Las futuras generaciones deben recrearse en salud en un ambiente sostenible! ¡La solución es superior al conflicto!
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