Por: Sol Minoldo (Doctora en Ciencias Sociales)
He leído por ahí quienes en estos días han planteado, respecto al espantoso incidente en Charlie Hebdo, que dibujar a Mahoma es ofensivo y por ello esta revista “no debió” publicar esas caricaturas. De hecho, ni EEUU ni el Reino Unido han publicado la portada de Charlie Hebdo post atentado por esa razón. Lo cierto es que el contexto en el que Charlie Hebdo publica su primer caricatura de Mahoma es el de un posicionamiento en favor del derecho a la blasfemia.
Blasfemia, entendida como no ser respetuoso con lo que es sagrado para una determinada religión. Blasfemar, que quede claro, no es lo mismo que ofender o incitar al odio. Es, por ejemplo, que yo tenga derecho a decir "me cago en Dios", o cualquier cosa que para un religioso pueda ser una ofensa a uno de sus símbolos sagrados, y que ello no implique una sanción o censura. En el año 2006 se hizo un juicio al director de Charlie Hebdo con oportunidad de sus primeras publicaciones de caricaturas de Mahoma y el seguimiento mediático del proceso permitió conocer sus argumentos. Cuando deciden publicar caricaturas de Mahoma por primera vez, la redacción se había enterado de un gran escándalo que había provocado una publicación danesa sobre "las caras de Mahoma", con quemas de publicaciones, y que el gobierno había desautorizado a los periodistas con ese argumento de que "es ofensivo" (como si no fuera más ofensivo responder como dementes porque alguien no respecta la sacralidad de lo que consideramos sagrado). Como respuesta inmediata, Y ÉSE ES EL CONTEXTO, los autores de Charlie Hebdo deciden respaldar estos periodistas y el derecho a la blasfemia. Por eso reproducen esas mismas caricaturas del primer escándalo y, para que quedara muy claro que no se reían/burlaban de "los musulmanes" en general, sino justamente de aquellos fundamentalistas que pretendían imponer a todos ese "respeto de lo sagrado" de lo que es sagrado PARA ELLOS, al punto de quemar libros o matar, agregan en primera plana una caricatura propia, la famosa caricatura de Cabu: en ella Mahoma se desentiende de los fundamentalistas, y hasta los llama idiotas. Así en una misma publicación se manifiestan por el derecho a la blasfemia (contra la violencia que se había manifestado recientemente), y de paso, circunscriben esa violencia a los fundamentalistas.
Más allá de Charlie Hebdo y de que luego de ser asesinados brutalmente por esa supuesta ofensa al Islam es desafortunado cuestionar el acto de haber publicado esa “ofensa” (porque si, suena a justificación), creo que es además imprescindible sobre todo, incluso como homenaje a las víctimas, entender la importancia de la libertad de blasfemar. Sirve, además, para entender que la respuesta a la que asistimos, de una masacre como la del 7 de enero, confirma la validez de la postura de Hebdo, así como su mensaje de que tales actos sí que son ofensivos con una religión, al salpicarla de intolerancia y violencia (como expresa el Mahoma “desbordado” de Cabu). Y sirve por ello, como un contra argumento a los comentarios islamofobicos que culpan al Islam, que no era lo que Charlie Hebdo cuestionaba, y que sí distinguía muy bien de los fanáticos extremistas que hacían barbaridades en su nombre. Porque de hecho, cualquier religión puede con la simple manifestación de su propio credo, cometer blasfemia para otra religión (de hecho la iglesia católica nos ha dado una cruenta lección histórica, en tiempos de la inquisición, sobre la violencia que puede suponer la persecución de la blasfemia). Y todas las religiones alguna vez ofenden a los laicos, o a minorías como los homosexuales. Pero en lugar de censurarlos, o sancionarlos, hay quienes proponen discutirlos. No publicar el rostro de Mahoma es ley del Islam y no tenemos porqué acatarla. Casarse y ya no divorciarse jamás es ley de la iglesia católica, y está mal que los no católicos deban acatarla. Por eso es bueno que la ley y el derecho se separen de la religión, y que la ley "divina" sea en todo caso para los fieles. Y qué bueno sería si además, los propios fieles pudieran ponerla en duda sin ser excomulgados (como algunos curas que se pronunciaron en favor del matrimonio igualitario) o flagelados (como el caso de Raif Badawi en Arabia Saudita, o de las niñas que fueron secuestradas por Boko Haram en Nigeria por revelarse al mandato de no escolarizarse siendo mujeres)
Por último, cuando Charlie Hebdo blasfemaba su objetivo no era la ofensa misma, porque sí, o por pura discriminación. Como toda caricatura de esa revista la risa no es su único objetivo, sino que lo que hace son críticas. Un llamado a la reflexión. En aquél caso, la crítica era a la intolerancia, a la imposición violenta de la ley religiosa o propia, la crítica a determinadas prácticas que SI son ofensivas con una religión, como matar en su nombre. Y por eso hoy sería tan importante no censurar la última tapa de Charlie, con Mahoma identificado con las víctimas y no con los terroristas, una vez más, siendo irreverentes y a la vez separando a los fanáticos dementes de la religión toda. Una vez más, defendiendo el derecho a blasfemar que el 7 de enero les sancionaron brutalmente con la muerte, y derecho que en días posteriores muchos, en irónico respaldo a la postura de tales fanáticos, estimaron que no tenían, al censurar la tapa de Charlie Hebdo.
No solo no difundirla, sino lisa y llanamente censurarla (al punto que en un programa de CNN cortaron una transmisión en vivo cuando una de las periodistas de Charlie mostró la tapa a cámara, en clara desobediencia a la censura). Justo cuando esta última tapa es claramente no ofensiva más que por retratar a Mahoma, que no puede haber dudas, ni para quienes desconocen el lenguaje de la ironía, de que si debería apoyarse su derecho a publicarla. Respaldar ese derecho es la mejor manera de confrontar la idiotez de quienes asesinaron para imponer sus propias sacralidades, y de distinguir a esos fanáticos de una religión y comunidad que no debe ser identificada con ellos.
Charlie Hebdo ha cuestionado por años el racismo, la xenofobia y el fascismo, y entiende la diferencia entre burlarse del dolor ajeno o incitar al odio y criticar, mediante el chiste que sea, a quienes provocan ese dolor o en realidad son quienes incitan al odio (Igual son más partidarios de enfrentar tales manifestaciones con la crítica que con la censura). Pero más allá de eso, se posicionan claramente en contra del racismo o la intolerancia religiosa (sea antisemita, islamofobica o cualquier otra). Cuando algunos creen ver islamofobia o racismo en sus chistes es en gran medida porque no entienden el lenguaje satírico o porque desconocen el contexto al que están respondiendo con sus caricaturas.
Por eso, para entender más a Charlie Hebdo y su insistencia en ser irreverentes recomiendo el excelente documental “C'est dur d'être aimé par des cons”, que por unos días esta online en la página de http://www.myfrenchfilmfestival.com/es/ (aunque con subtítulos en inglés).
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Si vamos a hablar de contextos, conozcamos el contexto

Claudio Minoldo
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