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Frente al consumo de drogas, hay que proteger y garantizar derechos

Lanzan política del Programa Jóvenes Saludables de Jesús María para fomentar redes. Apuntan a que se “comprenda” al sujeto en vez de denunciarlo.

Por: Leonardo Rossi (De nuestra redacción)

Escuchar, comprender, acompañar. Jamás perseguir, estigmatizar o criminalizar. Ese espíritu engloba la política lanzada por el Programa Jóvenes Saludables de la Subsecretaria de Desarrollo Humano de la Municipalidad de Jesús María. Esta área específica, dirigida por la licenciada Patricia Almirón, apunta a instituir protocolos de actuación sobre el consumo de sustancias piscoactivas por parte de los adolescentes. “El principal objetivo es dar protección”, plantea como línea matriz.
La propuesta que fue compartida con docentes, integrantes de gabinetes escolares, instituciones y organizaciones que trabajan con jóvenes tiene como punto de partida la necesidad de “establecer una red confiable de asistencia” que busque “comprender” el porqué de esa realidad. A partir de la conformación de esa estructura, preparada para dar respuesta  ante casos concretos de la problemática, es que se propone “brindar distintas alternativas sostenidas para la real situación que atraviesa” quien presenta una adicción o consumo ocasional de drogas.
La línea de trabajo del programa tiene un paradigma claro: el respeto por los derechos del adolescente. A contramano de la criminalización o el sesgo persecutorio de algunas áreas del Estado, los técnicos priorizan “poder conocer las distintas realidades de los jóvenes para que el aporte a la intervención que se le brinde no sea únicamente, y en algunos casos, la de la denuncia”.
Está claro que “el principal objetivo es proteger a los adolescentes ante cualquier situación que pueda poner en riesgo la integridad física” como así también su reputación social o moral. Pero esa protección física no debe ser pensada o ejecutada desde lo represivo, por el contrario el programa remarca que es “desde la perspectiva de derechos de los niños, niñas y adolescentes” como mejor se “resguardan y minimizan los riesgos de su estado de salud”. Esa concepción debe ampliarse al círculo del sujeto a resguardar, “apelando a sus factores de protección a nivel familiar y comunitarios”, indica un documento con lineamientos del Programa.

Cuidar al cuidador 
La intención de mejorar la calidad de vida del adolescente debe apoyarse en un entorno acorde a ese objetivo. Desde el programa entienden que no existe posibilidad de atender la problemática del consumo de sustancias psicoactivas sin poner herramientas en la mano de quienes deben tratar desde un vínculo cotidiano con la temática. Para que esta política redunde en buenos resultados es condición indispensable “acompañar, proteger y ayudar a los adultos integrantes de la institución educativa”. Los profesionales del programa (psicóloga, psiquiatra y sociólogo) deben apuntalar a los responsables de la unidad escolar, de modo que jamás “pongan en riesgo su integridad física, moral y laboral”.
Ante toda acción que busque abordar un caso puntual de la problemática debe correr en paralelo una idea clara: “Proteger a la escuela poniendo en marcha procedimientos que no deterioren la identidad, el respeto y la representación que tienen los estudiantes, padres, docentes y sociedad en general acerca de las normas y valores inherentes al establecimiento escolar, teniendo en cuenta que es una institución formadora”. Dar una solución positiva ante este tipo de casos y mejorar la realidad de la comunidad educativa: dos caras, una misma moneda.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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