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El violento oficio de escribir

Por: Luis Pastawski (Vecino de Jesús María).

“Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos” (Friedrich Nietszche)

La película “Relatos Salvajes”, de Damián Szifron, es un mosaico, multicolor pero temático, de la violencia intrínseca, eje de la sociedad actual. La pantalla es un perturbador espejo de un pueblo en donde el  maquillaje engañoso de la tolerancia, la sutileza y los buenos modales se derrumba por un precipicio. 
El filme es una aguda observación sobre la realidad argentina, desde cuestiones familiares hasta otras de denuncia social, que explotan en la pantalla ante espectadores impávidos.
 Los animales rechazados por el hombre como serpientes, arañas,  hienas o ratas, parecen inofensivos frente al resentimiento y saña que impone la película al de mayor cerebro y discurso de todos: el “mono desnudo”.  Ahora: ¿Somos realmente animales violentos? ¿Serán nuestros propios Dioses, en su origen, pacíficos? ¿Las conductas anti-sociales tendrán que ver con el modelo de gobernantes y grandes empresarios enriquecidos y un pueblo cada vez más perjudicado en su educación y económicamente? ¿El ser sujetos de un sistema burocrático y que no alcanza para satisfacer las necesidades básicas no es acaso una forma de violencia que engendra violencia? Preguntas de difíciles y múltiples respuestas. Lo que  vemos a diario en la sociedad,  es que mayormente el instinto predomina sobre la razón y que la insatisfacción y la infelicidad,  engendran el desprecio a lo diferente, a los “colores” de la vida. Desde el acoso escolar o bullying hasta la crueldad  familiar y social son parte de ese rencor. En Jesús María el “pánico de película” planteado por el director se transfiere en la lamentable estadística de estar entre las ciudades, en la provincia, junto a Cosquín y Río Segundo, con más denuncias de violencia familiar (La Voz del Interior, 06/09/2014)  Ejemplos recientes de como terminaron algunas de estas “realidades” en tragedias,  empequeñecen el argumento de aquellos que opinan que estamos en ese lugar porque hay muchas denuncias por las importantes campañas de divulgación y prevención. Los hechos por sí mismos son categóricos: ¡hay excesiva violencia!  Y otro ejemplo, menos fatal pero igual de cotidiano: la ciudad unida en el centro por un único puente, sobre calle Colón, es un modelo de la “prepotencia, dónde el más fuerte pasa primero”. ¡Hasta cuando! Ya fueron varios los accidentes con daños a personas. ¿Qué esperamos para que esa agresividad no genere una víctima fatal? ¡No dispone la ciudad de los fondos para colocar semáforos en la zona, pero sí para pagar el sueldo a una planta política exagerada! Defendiendo cada vez más el sistema democrático habría que buscar nuevas formas de participación ciudadana: ¡intercambiando en vez de imponiendo! ¿No se llegaría así más ágilmente a las soluciones que hoy la sociedad no tiene? Para finalizar esta reflexión, a mi modo de ver, la película de Szifron quizás no sea una obra maestra del cine, pero sin dudas se convertirá en motivo de numerosas reflexiones, más o menos esperanzadoras, de lo que hoy somos socialmente, porque “la esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”. 
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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