Por: Leonardo Rossi (De nuestra redacción)
El proyecto de ampliación de la zona urbana caroyense recibió diversos tipos de cuestionamientos. Principalmente de quienes entienden que la ciudad no debe extenderse, mientras aún quedan áreas ociosas en el actual ejido urbano. Un nuevo planteo, desde otro lugar, realizó Edgar Difilippo.
Justamente, la voz disonante surgió de uno de los demandantes de autorización para lotear en la actual zona rural: “Mi propuesta para urbanizar en Malabrigo se vio perjudicada por ser metida en la misma bolsa con otros loteos que no tienen nada que ver,” asegura.
Para este ingeniero civil y empresario constructor, propietario de once hectáreas y media ubicadas frente al predio de Arcor, es importante aclarar que “en esta zona no hay quintas ni viñas”. Es por ese motivo que –afirma-- los cuestionamientos respecto al impacto sobre prácticas rurales que traería la urbanización no se acomodan a este caso. El predio de Difilippo “está rodeado por el ferrocarril y Arcor al este, el complejo Valentín Lauret al sur, parte de Gendarmería y la Rural al oeste, y Malabrigo al norte”.
Cuando se lanzó el proyecto de urbanización, la iniciativa oficial contemplaba anexar 200 hectáreas. Tras los cuestionamientos de vecinos y técnicos, la propuesta se redujo a 75 hectáreas, entre las que se incluyen las de este inversor.
Diferenciar los proyectos
“Yo voy a defender mi propuesta, de la zona en la que yo quiero urbanizar”, dice Difilippo, tras llevar estos planteos al Concejo Deliberante la última semana. Es que según su mirada nada tienen que ver los diversos pedidos de loteos, que “tendrían que haber sido tratados por separado”.
Difilippo comenzó a gestionar la subdivisión del terreno en 2012, dice, con un objetivo claro: “El proyecto busca vender terrenos y viviendas”. Son 195 lotes en total, de los cuales “unos ochenta los podríamos vender a 150.000 pesos”. Ese precio correspondería a los terrenos más alejados de las principales vías de circulación. “Podríamos vender lote y casa, sesenta metros cubiertos, a 450.000 pesos, que es un muy buen precio. Queremos ver planes para cada interesado, ya que es una zona donde compra el que necesita el lote para vivir, no es un área para especular”, describe. Surge la pregunta obvia: ¿hasta cuándo mantendrá ese precio? “Cuanto antes sancionen la ordenanza mejor, porque si pasan meses eso no se puede sostener. Yo di mi palabra de mantener ese precio, pero sólo si me aprueban el proyecto ahora”.
De aprobarse el proyecto, “quedarían dos plazas en el barrio y 16 terrenos para el Municipio”. Para esa zona de la ciudad, defiende el empresario, “va a haber muchos beneficios: alumbrado, cordón cuneta, lugar de esparcimiento”.
Por otra parte, apunta el ingeniero, “se generarán muchos ingresos para el Ejecutivo”. Frente a las críticas de las dificultadas que implicará dar una buena calidad de servicios en las nuevas áreas urbanas, si se contempla las actuales problemáticas en recolección de residuos, pavimentación o falta de cloacas, Di Filippo señala: “El Estado municipal tendrá nuevos ingresos, habría que ser claro sobre qué se va a hacer con ese dinero de los terrenos que se vendan. Por ejemplo, pueden destinarse a máquinas y vehículos para mejorar servicios o avanzar en la planta de tratamientos cloacales”.
Manzanas vacías
“El ahorro en tierra en algo muy típico de familias tradicionales caroyenses como así también dejarle terrenos a sus hijos. Eso también es parte de la idiosincrasia y si no quieren vender qué vas a hacer”, consideró.
- ¿El Estado no debiera intervenir para evitar que existan manzanas enteras sin edificar?
-La vivienda es una necesidad, eso es verdad, pero no podés meterte con la propiedad privada, no podés obligarlo a vender o construir. Expropiar me parece una locura.
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