Agustín Stagnaro tiene 30 años, pero anda desde antes de los 24 de viaje por el mundo. Sin embargo, lo de los viajes, no fue algo premeditado sino algo que ocurrió, simplemente.
Todo arrancó con un periplo por Sudamérica y Centroamérica que le abrieron el apetito viajero. Después, se le animó al África, Europa, Asia, y Oceanía. Se topó con todo tipo de cultura, con todo tipo de costumbre, con todo tipo de culto religioso. Y en el medio hasta tuvo tiempo para regresar a nuestro país y recibirse de Licenciado en Administración.
A diferencia de otros viajeros, Agustín fue previsor y primero se aseguró una serie de fondos de reserva, pero durante los viajes fue alternando con trabajos de los más diversos y gastando de aquello que había ahorrado también. Y sacó miles de fotos en los que pueden verse edificios, personas, animales, costumbres.
Su cabeza está llena de mundo, pero al mismo tiempo con la conciencia de que conoció una pequeña porción de planeta y de esa pequeña porción una pequeña cantidad de personas de diferentes lugares del mundo.
¿Hay una cuota de humanidad que todos tenemos en común y que se puede ver cuando se viaja?. La pregunta quedará flotando.
“En cada continente pude ver algo así como la evolución del mundo que empieza en África con la vida de subsistencia, con ese producir lo mínimo indispensable para vivir. Hay mucha pobreza y no tienen el problema social que tienen cuando hay ricos y diferencias sociales”, comenzó explicando Agustín.
“La segunda etapa -añade- sería Asia donde hay mucha pobreza, pero al mismo tiempo una contención religiosa. Tienen la contención espiritual de las religiones. Hay templos espectaculares y la gente es bastante feliz porque están contenidos espiritualmente”.
El tercer escalón, según la visión de Agustín, es Sudamérica donde aparecen más cantidad de (personas) ricos, aunque con menor contención espiritual que en Asia. “En general, no tenemos esos valores ni esa moral (orientales). Ahí, los ricos hacen sentir pobres a los pobres y se genera un resentimiento social”, resume.
Oceanía y Europa cierran esta suerte de curva de la evolución de la humanidad donde hay mayor concentración de riqueza y la pobreza es demasiado superior a las pobrezas de África y Asia. Europa parece, ahora, volverse hacia lo más espiritual, una costumbre que habían abandonado durante el Renacimiento.
Pero todo ese mundo, tiene luego su correlato local cuando Agustín reconoce como un enorme valor nuestro la solidaridad: “Yo veían que acá se armaba despelote por el tema de las sillas de ruedas (el proyecto de veredas accesibles) y esas cosas no se miden económicamente. Mirá lo solidario que somos en Jesús María que por haber unas pocas sillas de ruedas armamos una ciudad pensada para esas sillas”.
En algunos países del norte de Europa se está empezando a despertar ese mismo sentimiento que para los jesusmarienses en común, según podo advertir Agustín.
Vale advertir que para Agustín, este viaje fue tan externo como interno porque le hizo pensar en cuánta gente en cuántos países del mundo trabaja y hace aportes para que haya rutas, monumentos, y reservas naturales, entre tantos servicios que están disponibles para el turista.
“Siento como que viajé apenistas y vi una pequeña fracción. Uno cuando viaja arriesga mucho. Profesionalmente en todos esos años fue como que no crecí. Ahora me interesaría más hacer algo por la comunidad”, concluye como reflexión.
El periplo de Agustín
- Primer Viaje: Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México, Belize, Perú, Bolivia, Chile.
- Segundo Viaje: Sudáfrica, Swazilandia, Mozambique, Zimbabwe, Malawi, Zanzíbar, Zambia, Tanzania, Uganda, Kenia, Turquía.
- Tercer Viaje: Líbano, España, Austria, Eslovaquia, Hungría, Italia, Suecia, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Alemania, República Checa, India, Tailandia, camboya, Myanmar, Laos, Vietnam, Australia, Indonesia, Malasia, Singapur.
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