De Córdoba y de nuestra zona (alternó gran parte de su vida entre Ascochinga donde vive su familia y Jesús María) se llevó un título profesional como licenciado en Psicología y estudios universitarios de teatro. ¿El destino? Europa. ¿La situación? Ahora o nunca. ¿La decisión? Allá vamos.
Ese apretado resumen puede describir la situación que vivió Guido Reyna hace alrededor de 20 años y que derivó en su instalación definitiva en Paris donde se pudo perfeccionar como psicoanalista y donde pudo armar su propia compañía de teatro: Isn`t it (traducido sería algo así como ¿No es eso?). En Francia validó su título, hizo un máster y un doctorado. Y también hizo mucha terapia que fue una experiencia liberadora y sanadora.
Y esa experiencia le sirvió también para dirigir a elencos y actores locales, por caso a Tere Baudín en Crouchinades de Christian Siméon o a Las Miserables (Rossana Rossotti y María Isabel Pérez) con El fruto prohibido. De modo que el intercambio ha sido el motor para que Guido vuelva de tanto en tanto a los pagos.
Y en la actuación todo comenzó con la puesta en escena de una obra de Boris Vian, con otros cuatro actores. Isn’t it fue el corolario de aquella experiencia.
“Después empezamos a abrir cursos y talleres para profesionales y para actores amateurs. De ahí, surgió la idea de hacer teatro a domicilio y comenzamos a hacer obras en casas de familia porque lo que a nosotros nos interesaba la cuestión del espacio. Queríamos salirnos del escenario clásico. A partir de ahí, empezamos a orientar y crear los espectáculos para espacios chicos y a montarlos en la casa de la gente”, narró Guido sobre el leit motiv de la compañía.
Después de tantos años de hablar en francés, también le llegó a Guido el momento de pensar en ese idioma también: “Lo más loco sucede la primera vez que soñás en otra lengua y la gente que conocés -tu papá, tu mamá- en el sueño también te hablan en francés. Ahí, te das cuenta que algo está pasando”.
“Todavía no tiene un reconocimiento institucional o mediático si querés. No es que lo elegimos así, se fue dando de ese modo y luego paso a ser parte de la construcción de la compañía. Aunque el reconocimiento mediático te facilita mucho las cosas, también te impone otro trabajo, te exige otras cosas. Tenemos un reconocimiento del público en cierto modo, somos conocido en algunos círculos, y en algunos festivales”, completó Guido sobre el tema.
En la compañía, la totalidad de las obras que se presentaron a lo largo de los años fueron relecturas de textos. Siempre hubo una reescritura de los autores con los que trabajaron. No llegó todavía el momento de hacer teatro de autor.
Un ejemplo de esa versatilidad los llevó a presentar una obra basada en la relectura del Kamasutra, de una traducción que proviene del inglés, del siglo XIX, con muchos firuletes. En la obra se colaba música de los años ‘80. También hubo readaptaciones de obras de Moliere o de Shakespeare.
Guido asegura que se transformó a sí mismo en un tipo de actor diferente que tuvo que salirse de su formación más clásica: “Fui perfilando mi estilo de actor a partir de mi formación más realista, hasta que asumí que tenía que ser menos realista. Cambié completamente de registro respecto de lo anterior. Dejé que todo virara hacia lo burlesco, el absurdo. Eso es lo que me interesa trabajar hoy”.
Alguien puede pensar que desarrollar una carrera artística depende casi exclusivamente del lugar en que uno se lo proponga ¿Paris es el lugar? Guido rechaza esa idea: “El hecho de que vengas de un lugar chico no quiere decir que sea un obstáculo para que puedas desarrollarte. Los medios de los que dispongas sí lo son. Pero son más los encuentros que vas haciendo con gente que te lleva más lejos cada vez”.
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