Fue el hijo número 11 del matrimonio entre Maximiliano Antonio D’Olivo y Catalina Nóbile y desde muy chiquito estuvo atento a las normas familiares, excesivamente rígidas, pero justificadas por la época en que transcurrían.
Hoy, tiene 93 años, y es el único de los 14 años que queda. Su estampa nos hace presumir que tiene cuerda para rato, un poco mezcla de la condición natural y otro poco producto de los cuidados que le prodiga a su cuerpo y a su mente.
Lo que asombra, hoy, de Oscar D’Olivo es su vitalidad, su interés por estar al tanto de todo lo que pasa, su espíritu inquieto que le lleva a no guardarse ni una pregunta y a reconocer que, aunque vió y vivió mucho, todavía tiene mucho por aprender.
Con Oscar se pueden hacer cientos de notas periodísticas porque tiene memoria fotográfica y recuerda fechas y contextos como nadie, pero en esta ocasión será para preguntarle sobre la actualidad de Caroya y sobre algunas cuestiones personales.
¿Sobre qué cosas siente que Caroya todavía no pegó el salto?
- Hace falta un gran salto, creo, por lo que ha sido nuestra idiosincracia y por la que, para hacer obras, siempre buscábamos tener la platita antes sino no las hacíamos. En nuestros tiempos, las grandes obras se tienen que hacer con créditos. Nada más que hay que saber conseguirlos y tampoco te vas a meter en un crédito con el tres por ciento mensual de interés porque no va a andar. Pero ese financiamiento, probablemente, hay que buscarlo afuera y estar atentos porque en algún momento las puertas se pueden abrir.
¿Cuáles serían las obras que faltan?
- Caroya ya debería tener más avenidas. Hace 20 años tendríamos que haberlas hecho. La Avenida San Martín está colapsada; y la 45, rebalsada. Y se acabó. Si no hay lugar hacia el norte tendremos que hacer nuevos ingresos y egresos hacia el sur. Todavía estamos a tiempo de hacerlo. Gracias a Dios tenemos la Pedro Patat que nos ayuda a sortear el embudo que se hace sobre ruta 9. Y con el tema del asfalto llevamos 40 años de atraso. El 60 por ciento ya debiera estar asfaltado. Y cloacas debiéramos hacer en forma urgente por el crecimiento edilicio. El día de mañana cuando se hagan construcciones de cierto volumen se van a dar con que van a querer perforar y van a dar con pozos negros.
¿Habría que construir en altura?
¿Está en su naturaleza ser tan sociable?
- He nacido así. He venido con esa marca por mi padre. No quisiera hablar de mi familia, pero está mi tío José que puso negocio en 1908 y pasaron por él los hijos y los nietos y sigue en marcha. Lo que los D’Olivo hemos sabido ganar con habilidad comercial lo hemos devuelto a esta comunidad. Y ojo que hemos ganado y hemos perdido porque también hubo años de crisis, como la de los años 30 y 31 en que mi padre pasó a convocatoria de acreedores. Nos dieron cinco años para levantar la deuda, sin intereses, y lo pudimos hacer. Tan es así que mi tío José nos fiaba la mercadería. A él le iba bien porque andaba en el negocio del vino y sus vinos se vendían en los mejores restaurantes de Rosario y de Córdoba. De hecho, el primer coche de lujo lo compró él y era un Graham Paige color verde oliva. Lo tengo acá todavía (se señala con el índice la frente).
Hemos señalado lo que le falta a la Colonia, pero ¿cuáles son las cosas que lo ponen orgulloso?
- Yo soy un enamorado de Colonia Caroya la defiendo de todos los críticos que hay en cada boliche. Cuando escucho que alguien crítica lo primero que hago es decirles que vayan a la Municipalidad, quéjense ahí, colaboren porque a veces no alcanza la comuna a cumplir con todos. También tenemos que tener la capacidad de aplaudir lo que está bien y ir a conversar sobre lo que está mal llevando propuestas e ideas, sin importar el color político que esté.
¿Alguna vez le ofrecieron ser candidato?
- Por mis ideas de chico, siempre fui socialista, de (Nicolás) Repetto, Lisandro de la Torre, (Alfredo Lorenzo) Palacios, (Enzo) Bordabehere. Y sigo teniendo cierto afecto por el socialismo bien entendido. Pero después, un hermano mayor, Amadeo, que era dirigente radical me convenció de que había que apoyar al radicalismo y le acepté. Tiempo atrás me ofrecieron ser candidato y no acepté porque siempre pensé que desde el lugar que ocupo también podía servir a la comunidad
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