“Tenemos graves problemas con el agua en el pueblo. No quiero tener un muerto en Sinsacate por el agua”, señaló el intendente Carlos Ciprián en uno de los momentos más tensos que tuvo la reunión del pasado jueves en la sede de la Municipalidad y a la que asistieron alrededor de 30 productores agropecuarios.
Es que la cuenca hidrográfica que corresponde a Sinsacate tiene 27 mil hectáreas y el mal manejo del curso de agua principal que la atraviesa viene generando todo tipo de problemas. Para muestra, baste un botón: en febrero se llevó puesta la escuela de Mula Muerta.
Cuando hablamos de mal manejo, están por un lado los desvíos que se le han hecho en algunos sitios, y trasvasamientos de cuenca que llevan a que el agua se transporte por caminos secundarios en lugar de los cursos naturales.
Así, por mencionar un ejemplo, el río va haciendo curvas de 90 grados en algunos sectores, cuando físicamente sería imposible que lo haga porque la naturaleza no opera con tanta precisión.
La primera parte de la exposición estuvo a cargo del ingeniero agrónomo, especialista en erosión de suelos, David Torre. El profesional explicó que si lloviesen 70 milímetros en 90 minutos, la subcuenca Sinsacate transportaría 217 metros cúbicos por segundo, o lo que es lo mismo un frente de 217 metros de ancho por un metro de alto por segundo. Eso explica porque se ha inundado la localidad en numerosas oportunidades desde 2010 en adelante.
Para evitar que el agua se transporte a mucha velocidad, en lo inmediato se planificó la generación de ocho microembalses de retardo en distintos puntos de la cuenca alta que demoraría la llegada del agua a la zona urbana porque afectaría el equivalente a casi 3 mil hectáreas.
Y, aquí, comenzó parte de la discusión. Algunos profesionales que vienen trabajando en la sistematización de campos (esto es, hacer obras en los campos para retener agua y evitar que se erosionen) plantearon que la ubicación de algunos microembalses podrían no ser precisas e, incluso, innecesarias en cercanía de dichos campos sistematizados.
Y se planteó la duda respecto de las intervenciones planificadas en el sentido de que, históricamente, la Subsecretaría de Recursos Hídricos (ex Dipas) ha sido reacia a autorizar intervenciones y, de hecho, todavía no respondió sobre algunos proyectos que le fueron presentados en agosto de 2011. En resumen, cómo saber si Recursos Hídricos no va a castigar a quienes autoricen intervenciones en sus campos, por ejemplo, construir un microembalse de retardo.

Sinsacate cuenta con la ventaja de que podría hacer uso de maquinaria en lo inmediato y apurar las intervenciones antes de que vuelva la lluvia a partir de septiembre.
Lo curioso de la subcuenca Sinsacate es que no tiene un río hecho y derecho como sí tiene Jesús María. De hecho, el curso de agua que atraviesa esa subcuenca no tiene nombre y ha sido mencionado en los últimos años como riecito. Está claro donde nace y que lleva agua superficial hasta la zona de San Pablo y después desaparece. Por ese motivo, la gente ha minimizado sus efectos.
“La nueva red de escurrimiento en la mayoría de los casos son los caminos. Vamos a tratar de recuperar los cursos naturales. El mejor negocio es pensar que va a venir mucho menos agua si ordenamos y volvemos a la condición natural”, acotó sobre este tema Torre tras reconocer que muchos campos avanzaron en la sistematización.
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