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A propósito de los 30 años de la democracia argentina

Como no podía ser de otra manera, la semana estuvo matizada por distintos eventos que nos obligaron a pensar de qué manera hay que seguir profundizando el crecimiento de la democracia en nuestro país.

El reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (mal llamada la ley de medios) volvió a enardecer a los bandos en los que se convirtió nuestro país. La ley es democrática, tiende a la democratización de las comunicaciones, y fortalece la idea sobre la pluralidad de expresiones en nuestro país. Sin embargo, una parte de la sociedad la interpreta como una herramienta para castigar a un grupo monopólico concreto, Clarín, y para acallar voces críticas. La otra mitad piensa que quitándole el poder simbólico que tiene el grupo económico se logrará que haya nuevas voces en un mercado que viene siendo dominado por corporaciones económicas des-de hace por lo menos 20 años. Seguramente, ambos bandos tengan razones suficientes para embanderarse detrás de esas creencias. Y ninguna opinión es mejor que la otra en tanto y en cuanto no falte a la verdad tan difícil de establecer en estas disputas.
Este semanario se planta del lado del combate a los monopolios, de toda naturaleza, y brega para que se vaya por todos ellos, en forma gradual. Eso no posiciona al semanario del lado del gobierno porque, por cierto, esta no es una ley de este gobierno sino de cientos de organizaciones sociales que debatieron previamente los términos de la ley (alrededor de 300 en todo el país). Pero este semanario no puede impedir que lo etiqueten aquellos que solo cuentan en su paleta de colores con el blanco y con el negro.
Y este editor se ha podido dar con el gusto de ejercer el periodismo sin ninguna atadura durante casi una veintena de años y ha podido manifestarse y lo sigue haciendo sobre aspectos de la política local, provincial, y nacional sin ningún condicionamiento, sin ninguna amenaza, sin ningún apriete. Eso es uno de los grandes beneficios de la democracia: expresarse con absoluta libertad sin importar contra quién ni las condiciones sociales o económicas de quién critica.
Desde luego que sería bueno que se cumplan otras aspiraciones ciudadanas en términos de acceso a la vivienda, a la educación, a la justicia, a la seguridad, al respeto por las diferencias políticas.
Pero esta base que se ha conseguido hay que mantenerla a capa y espada. Es el piso que supone todas nuevas conquistas. La libertad de escribir sin temer por la vida, sin temer por los que uno apecia, sin temer por la violencia del Estado.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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