La versión oficial dice que tenía 94 años, pero mucho creen que por coquetería “Pipa” se había quitado una década por lo menos.
Ramona Cipriana Crinejo fue hija de Tránsito Duarte de Crinejo, una mujer que murió en julio de 1975 a menos de un mes de cumplir 111 años. Si no entendió bien, lo escribimos con letras: ciento once años.
Si es cierto lo que contaba Doña Pipa (nunca nadie le dijo Ramona Cipriana) que ella había nacido en 1917 eso hubiese significado que su mamá la había tenido a los 53 años, bastante improbable entre 1800 y 1900 ¿no?.
Pero lo importante es que fue una de las últimas propietarias de una auténtica granja de animalitos en Jesús María y a metros de la Estancia Jesuítica de Jesús María. Donde ella vivía, se creía que estaba emplazado el antiguo molino de Pedro de Deza, aunque una investigación reciente descartó esa posibilidad.
El emplazamiento del molino no se condice con el que señalan unos documentos que aparecieron en el Colegio Nacional de Monserrat que lo ubican cerca de la escuela de Suboficiales de Gendarmería. Otros documentos hablan del molino que se incendió. Y se sabe también que los molinos españoles no se construían con los mismos métodos que usaron más tarde los jesuitas cuyas obras aún perduran.
Lo cierto es que por creer que ahí estaban las ruinas del Molino de Deza todo el mundo quería echarla a las patadas a la pobre “Pipa” que soportó todo tipo de maltrato sin moverse ni un centímetro del lugar donde nació y vivió junto a su mamá Tránsito y junto a un hermano adoptivo, Aníbal “Nile” Roldán.
En algún momento, el terreno formaba parte también de la Estancia que, antes de transformarse en museo jesuítico, perteneció a Baldomero Llerena, quien perdió todo "culpa de un hijo que se dedicaba al juego", según rememoraba la "señorita" Crinejo ya que nunca se casó.
"Si hay un mate -recordaba Pipa que le decía su madre- reciba a la gente con un mate y sino tiene nada para recibirla, ofrezcale una sonrisa. Ya ve a todos los que visitan mi casa los recibo siempre con una sonrisa porque en mi casa son todos bienvenidos".
Sino pudieron desalojarla del terreno fue en gran medida por la combinación de mansedumbre y picardía que poseía la mujer, quien jamás firmó un papel argumentando que no sabía firmar y cuando le pedían que estampara la huella digital les respondía que no porque no tenía jabón y el dedo le iba a quedar manchado.
Respecto de los trámites para expropiarle la casa, Ramona confesó: "Me han hecho la vida imposible. Cuando murió mi mamita llegaron hasta el punto de amenazarme con que me iban a pasar con la topadora por encima".
Sin embargo, en 2004, la mujer accedió a ceder los derechos posesorios al municipio a cambio de que le construyan una casita en el mismo predio y de una renta de 230 dólares hasta su fallecimiento y otra renta de 130 dólares para Nile.
Vale señalar que el inmueble había sido declarado por el gobierno de Córdoba sujeto a expropiación por primera vez en 1978, pero nunca se pudo concretar su traspaso. Ahora, será de la Municipalidad.
Ésta es la descripción que hacía el diario La Voz del Interior sobre el lugar en 2004: “Al ingresar a la zona aledaña a la vivienda de doña Pipa, una bandada de gansos se acerca bulliciosamente y entre los que se destacan dos de ellos apodados por la dueña de casa como Margarito y Margarita: "Yo le grito Margarito y él me responde y cuando emprende el vuelo bajo, todos los gansos vuelan a la misma altura y se acercan para que les de de comer. Benjamín es un loro inmenso que juguetea con un gorro que doña Pipa se coloca en la cabeza para que él se lo saque y Juanita es la lora que entre las tantas frases que aprendió a decir, repite "mamá te quiero" y "mamá hasta mañana". La Hormiga es el caballo que pasta mansamente al borde de la acequia que cruza el terreno y el perro "ya voy" genera más de una confusión cuando su dueña lo llama. Desafortunadamente algún dañino me robó la cabrita que tenía que se llamaba Cata y le daba la mamadera. Custodiada por alambres de púa y utilizando como cucha un horno de barro se hospeda también en la granja, un pecarí que se llama "la Tomasa", además de una decena de ovejas, gallinas, pavos reales, patos y gatos que no tienen nombre”.
La descripción alcanza para dimensionar que a la mujer los animales le parecían mucho más valiosos que las propiedades, incluso ésa en la que ella habitaba y de la que tenía los derechos posesorios.
La última entrevista se la hizo el municipio a través de su revista institucional “Contando Voy”. Allí, Pipa señalaba: “Yo hice de todo, lo que nunca aprendí es a robar. Desmontábamos, arábamos, sembrábamos, regábamos. Además trabajé de empleada doméstica y durante doce años lavando y planchando para Gendarmería”.
Ahora, se fue con su mamá.
Primer Día
doña pipa
jesus maria
ramona cipriana crinejo
Se nos fue “Doña Pipa” la dueña de una hermosa granja
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Realicé una investigación de campo sobren las ruinas del molino que existen en la propiedad que fuera de "doña Pipa", llegando a la conclusión de que son ruinas jesuíticas, por lo tanto no pertenecerían al molino de Deza.
ResponderEliminarMe interesa la información sobre el documento encontrado en el Monserrat que Ud. menciona en la nota, que pondría en duda lo que siempre se sostuvo: que las ruinas de "doña Pipa" son las del molino de Deza, al que considero perdido en el tiempo.
Si pudiera brindarme mas datos sobre dicho documento, le agradecería.
Un cordial saludo, Sergio A. Tissera.