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Con el fallecimiento de Agustín Serafini, Colonia Caroya perdió a uno de sus más prestigiosos ex concejales



El fin de semana pasado, se conoció la noticia del fallecimiento de quien fuera concejal durante ocho años consecutivos en Colonia Caroya por la Unión Cívica Radical entre 1995 y 2003.

Hay gente que nace con sentido de la ubicuidad, con una especie de brújula interna para orientar el discurso hacia lo que el sentido común dicta. Sin temor a equivocarnos, podemos decir que Agustín Serafini se contó entre esos hombres.
Muchos recuerdan el apasionamiento que le generaba la política, como en las sesiones del Concejo Deliberante caroyense -del que fue parte entre 1995 y 2003- cuando se ponía tenso y sus pigmentos le enrojecían todo el cuerpo. A veces, parecía que iba a explotar, que iba a salir volando de la pasión que le ponía a su tarea.
Es raro que alguien que no es abogado conozca de técnica legislativa como conocía Serafini y que conozca tanto sobre finanzas sin tener el título de contador. Por eso, era capaz de encontrarle peros a cada proyecto de ordenanza y era capaz de desnudar los actos administrativos fuera de regla.
La minuciosidad de Serafini en el análisis de los balances municipales fue un clásico durante la primera intendencia de Héctor Nanini. Tan minucioso fue que, por ejemplo, a poco tiempo de las elecciones de 2003 descubrió que el municipio se había gastado todo el presupuesto anual del area social antes de que concluyeran los primeros cinco meses. Las elecciones eran el ocho de junio de ese año. ¿Queda claro?.
Otro ejemplo: En marzo de 2003, Serafini se mostró contrariado por la aparente incompatibilidad de funciones que había entre las funciones de asesor Letrado y Procurador Municipal que ejercía el abogado Marcos Pereira. En ese tiempo, a pocos días de una moratoria se habían iniciado 500 expedientes contra contribuyentes de la ciudad.
Serafini también encabezó la presentación ante los Tribunales de Jesús María en junio de 2002 por un presunto desvío de fondos que el Ejecutivo había hecho. Un dictamen del Tribunal de Cuentas de Colonia Caroya consignó que el dinero de tres cuentas especiales había sido usado para fines distintos a los de origen. Sin autorización, la administración había utilizado 270 mil pesos de las cuentas Fondo Ecológico, Microemprendimientos, y Pavimento.
De esos ejemplos, hubo de a racimos durante el período 1999-2003. Si no hubiese sido por el celo de Agustín Serafini, bien secundado y apoyado por los entonces concejales Sergio Cragnolini y Rodolfo Visintín, muchos caroyenses ni se hubiesen enterado de las irregularidades en las que caía con una frecuencia preocupante el gobierno del ex intendente Nanini.
Cuidaba con celo los recursos que eran de todos y no ponía palos en la rueda porque sí. Para quien no lo conocía, la primera impresión no era de las mejores porque podía aparecer como un tipo duro, inflexible, y hasta testarudo. Pero en el fondo, cultivaba un buen humor extraordinario, incluso cuando denunciaba que en el municipio las cosas no se hacían como corresponde.
El actual intendente, Rodolfo Visintín, se refirió a su ex compañero con sentidas palabras y enumerando sus cualidades: “Perseverante, aplicado, inteligente, y muy fiel al legado que le dio la comunidad al elegirlo como concejal. Todo lo que hacía era para construir una ciudad mejor. Jamás se dedicó a obstruir el trabajo del Ejecutivo. Tenía una honestidad ciudadana a prueba de balas”.
A Caroya le harán falta mucho más concejales así.


Don Agustín, el concejal
Por: Amílcar Ñáñez (presidente del Concejo Deliberante de Colonia Caroya)
Tuve el honor de conocer a Don Agustín Serafini, concejal, un hombre que trabajó para su pueblo, por encima de los intereses partidarios. Sin buscar el reconocimiento, dando todo de sí, sin esperar nada a cambio. Demostró que se puede ser político y honesto a la vez. Fue un hombre noble, incorruptible, activo militante radical, un ejemplo y un orgullo para los más jóvenes. Dueño de una memoria prodigiosa, amante de la democracia, reivindicó y puso en valor la tarea del Concejo Deliberante, defensor de la institucionalidad. Respetuoso del que piensa diferente, siempre estuvo dispuesto al dialogo y más de una vez me abrió las puertas de su casa para escuchar y ser escuchado. Aprendí muchas cosas de él, fue un hombre de convicciones profundas y luchó por sus ideas. Con la sabiduría que otorga la experiencia y con la simpleza de los grandes, manejaba con claridad los conceptos y los tiempos del poder legislativo.
Entendía la política al servicio de la gente y no al servicio personal, sólo hacer las cosas bien, en beneficio de sus conciudadanos. Hasta siempre, Don Agustín. Su paso por ésta, su Caroya querida, no ha sido en vano.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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