La noción de entrega, devoción, y ternura generalmente se aplica a la maternidad y bien justo es que así sea porque son ellas las que alumbran después de 9 meses de comunión con el bebé. Claro que no es un patrimonio exclusivo de ellas porque, afortunadamente, abundan los padres con relaciones entrañables con sus hijos.
No menos cierto es que, entre padres e hijos, puede forjarse una relación que desborde de ternura, donde las caricias y las palabras estén en perfecta sintonía. Muchos padres del siglo 21 intentamos esas relaciones y, en muchos casos, estamos cerca o, al menos, eso queremos.
Más allá de los mandatos bien estudiados por sociólogos, psicólogos, y otros “ólogos”, lo cierto es que la figura del padre debiera servir también para ir generando nociones sobre valores.
Hablamos de las nociones de responsabilidad, compromiso, respeto, honestidad, laboriosidad, solidaridad, reflexión, y hasta de autocensura. Muchos de nosotros hemos visto a nuestros padres transitar por esos valores y los intentamos aplicar en nuestra vida diaria, seguros de que esos valores encarnan no sólo lo mejor de nosotros sino que resultan decisivos en la construcción de un mundo mejor.
Claro que nuestros padres habían aprendido muchos de esos principios de sus padres y estos de sus padres y así en una cadena que van sosteniendo las diferentes generaciones. Y entre cada una de esas generaciones fueron cambiando las formas aunque no el fondo que sostiene nuestras acciones.
Hoy, en tiempos donde parece que nada puede sostenerse como verdad por mucho tiempo, conviene repasar las actitudes de nuestros “viejos” con la certeza de que serán brújula de nuestras acciones y brújula para nuestros hijos.
Dormir de corrido toda la noche, sin apelar a artilugios químicos para congraciarse con la almohada, sentirse en paz y poderla depositar en otros, son situaciones que vienen atados a nuestro comportamiento en la vida. Su tuvimos buenos ejemplos, no andamos por la vida estafando gente, ni engañándola porque eso nos pondría en conflicto con lo que aprendimos.
Y cuando hablamos de padres hablamos de la persona que hizo de tal por gracia de la biología o del corazón. A esos padres, los honramos cuando nadie nos señala con el dedo por la calle, cuando podemos ir con la frente alta y tenemos las puertas abiertas en cualquier lugar, cuando nos esforzamos por ser primero buenas personas antes que buenos profesionales.
En este Día del Padre, nuestra gratitud a todos ellos, a los que están y los que se fueron, a los queridos y admirados padres.
¡Feliz Día!
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