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Bravo y Sbiglio festejaron 15 años y 6000 autos vendidos

Andrés Bravo y Daniel Sbiglio se conocieron mientras trabajaban como vendedores de autos para una concesionaria de la zona. Ninguno sospechaba que un tiempo más tarde iban a terminar siendo socios, amigos, y hasta compadres.
Evidentemente tienen muchas cosas en común porque no debe resultar fácil hacer prosperar un sociedad por el término de 15 años. Pero ellos lo hicieron y aseguran que van por más.
El 3 de junio de 1996 fue el día de la gran apertura de la concesionaria propia, en un local de la calle Pedro J Frías al 634, que había sido la gomería de Colombo y había estado abandonada por bastante tiempo. Con mucho esmero armaron un saloncito de ventas, dos escritorios en la parte de atrás, y tenían el galpón para guardar los autos.
Andrés recuerda el frío que pasaban en ese lugar donde se sitúa junto a Daniel, con corbata, a la espera de los clientes. Eran vendedores todo terreno porque también se tenían que encargar de la limpieza, del lavado de los autos, de todo, como ocurre en la mayoría de los comienzos desde cero.
“No sabés lo que era... ¡no dábamos más de frío! Nos habían prestado una estufita y nos poníamos cerquita esperando que venga alguien. Lo bueno es que nos dábamos apoyo mutuamente y pensábamos como unos chicos en lo que iba a venir después”, recuerda el “Churi” como le dicen a Andrés.
Al poco tiempo llegaron las dos primeras ventas: un Ford Fiesta para Aldo Lauret y otro Ford Fiesta para una tía de Daniel, de los españoles que venían en el `96.
La experiencia les enseñó que manejan un negocio donde no existe la clientela cautiva, donde hay múltiples razones por las que se llega a la compra de un auto. Que tire la primera piedra sino el que compra un auto sin consultarle a su mujer (de esas anécdotas de negocios casi cerrados y abortados por la opinión femenina hay cientos).
“Los negocios son oportunidades. No es que vas ciegamente siempre al mismo lugar.  Seguramente, volvés al lugar donde el vendedor y la empresa te inspiran confianza”, añade Daniel sobre el tema.
Y sobre esas premisas montaron Bravo y Sbiglio: si dicen que el auto está en buen estado, que así sea. Para ello, decidieron trabajar siempre con el mismo chapista, y con el mismo mecánico. Es decir, asegurarse proveedores confiables para trasladar esa seguridad a los eventuales compradores y clientes.
En cuatro años habían crecido tanto en el negocio que recibieron una propuesta de una entidad financiera para un crédito hipotecario y decidieron tomarlo cuando encontraron el terreno que ocupan actualmente sobre Pedro J Frías Norte.
La historia se vuelve compleja cuando uno piensa que después vino el corralito, el corralón, la recesión, la aplicación del coeficiente CER a las deudas dolarizadas, entre otras cosas que cuesta recordar. Pero sobrevivieron a todo eso también.
Sobre la ubicación del actual negocio, vale recordar que a principios de 2000 era una zonacasi despoblada de la ciudad y esos generaba dudas. “No nos queríamos alejar mucho del centro porque para esa fecha teníamos peso dentro del mercado, habíamos crecido como empresa. Era como estar en la peatonal de Córdoba e irse a un barrio más lejos. ¿Los clientes nos irán a seguir?”, rememora Daniel.
Lejos de la autocomplacencia, Churi y Daniel analizan su situación en relación a los grandes del mercado, la mayoría de los cuales opera en Córdoba donde vive 1,3 millón de comprovincianos. En esa comparación se sienten satisfechos tras haber llegado a concretar operaciones por unas seis mil unidades en estos 15 años, esto es, unas 400 unidades vendidas por año, o unas 33 mensuales. La cifra incluye la venta tanto de usados como de cero kilómetro.
Lo importante para los locales es que tienen crédito abierto en la mayoría de los grandes del rubro como Maipú o J García.
“Nos sentimos galardonados, orgullosos por el nivel de ventas que hemos alcanzado”, completa Daniel.
En marzo de 2008, decidieron otra apuesta importante: el lubricentro con una inversión grande. El paro del campo planchó ese negocio durante un año, pero a esa altura ya estaban acostumbrados a sortear dificultades.
Y en este punto, vale señalar que la amistad sigue siendo el motor que los lleva cada mañana a compartir un café antes de sentarse en las oficinas. Sigue siendo el motor que los anima a seguir soñando y a procurar que no mengue el trabajo porque a la familia de la concesionaria se sumaron tres personas estables; una administrativa y dos empleados para la parte mecánica y de limpieza de los coches.
“Aprendimos que a todas las situaciones le tenemos que poner el pecho. Si hoy tenemos prestigio es porque hemos tenido seriedad a través del tiempo”, concluye Churi.
La conversación podría durar unas cuantas horas porque ambos socios se apasionan hablando del negocio, pero entran clientes a preguntar por algunos autos en exhibición y salen  prestos a atender.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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